Un Hecho Asombroso : Por muchos años el Empire State Building en la ciudad de Nueva York fue considerado como el edificio más alto del mundo. Fue terminado en el año 1931, alcanza 1,250 pies de altura, cuenta con 102 pisos de espacio de oficinas y más de 10 millones de ladrillos. Actualmente, muchas estructuras en el mundo superan en altura al Empire State, pero muchos de sus récords de construcción no han sido rotos. Por ejemplo, como el edificio fue construido con bloques prefabricados, pudo terminarse en menos de dos años. De hecho, ¡una sección de 14 pisos fue levantada en menos de una semana!
La primera vez que encontramos la palabra “reino” en la Biblia, es en relación a Babel (Génesis 10:8-10). El fundador de esa ciudad antigua fue Nimrod, un hombre cuyo nombre significa “nos rebelaremos”. A través de las Escrituras, Babel -palabra hebrea para “Babilonia”- se convierte en símbolo de rebelión contra Dios.
Por otro lado, la primera vez que la palabra “reino” aparece en el Nuevo Testamento es en referencia al reino de Dios. Juan, el Bautista declaró, “Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 3:2).
De principio a fin, en la Biblia podemos ver un contraste vívido entre estos dos reinos contrapuestos, hasta la culminación del conflicto en el último libro. En Apocalipsis, el reino de Babilonia es identificado como el poder final que adorará a la bestia y estará en guerra con el pueblo de Dios. Para entender claramente estos eventos futuros y la lucha final, debemos volver atrás al nacimiento de Babel.
La Antigua Babilonia
“En ese entonces se hablaba un solo idioma en toda la tierra. Al emigrar al oriente, la gente encontró una llanura en la región de Sinar y allí se asentaron. Un día se dijeron unos a otros: Vamos a hacer ladrillos y cocerlos al fuego. Fue así como usaron ladrillos en vez de piedras y asfalto en vez de mezcla. Luego dijeron: Construyamos una ciudad con una torre que llegue hasta el cielo. De ese modo nos haremos famosos y evitaremos ser dispersados por toda la tierra. Pero el Señor bajó para observar la ciudad y la torre que los hombres estaban construyendo y se dijo: Todos forman un solo pueblo y hablan un solo idioma; esto es sólo el comienzo de sus obras y todo lo que se propongan lo podrían lograr. Será mejor que bajemos a confundir su idioma para que ya no se entiendan entre ellos mismos. De esta manera el Señor los dispersó desde allí por toda la tierra y por lo tanto dejaron de construir la ciudad. Por eso a la ciudad se le llamó Babel, porque fue allí donde el Señor confundió el idioma de toda la gente de la tierra y de donde los dispersó por todo el mundo” (Génesis 11:1-9).
Poco después del diluvio, la raza humana comenzó a multiplicarse rápidamente. En aquellos días las vidas de los hombres se medían todavía por siglos, así que muchos nacieron y pocos murieron. Después de unas cuantas generaciones, miles de descendientes de Noé y sus hijos habitaban a los pies del monte Ararat.
Evidentemente, Nimrod y algunos de los patriarcas sugirieron explorar la región entre los ríos Tigris y Eufrates, una vez ocupada por el jardín de Dios. Según viajaron del este fueron atraídos por el clima agradable y suelo fértil en la planicie de Sinar. Nimrod y los líderes creían que su seguridad, fortaleza y poder residiría en su número. Así que para prevenir que la gente se dispersara alrededor del mundo, trazaron un plan para crear una ciudad capital para el planeta y centralizar el poder en una nueva metrópolis. Aún más, planificaron instaurar una nueva forma de religión con una torre que ascendiera a las alturas construida en el centro de su reino.
Antes del diluvio los patriarcas presentaban sus ofrendas de sacrificio al Señor en la entrada del Jardín del Edén. Pero se cree que Dios, para preservar al Edén de la destrucción, lo llevó consigo al cielo antes del diluvio. Primero, Apocalipsis nos dice que el árbol de la vida, que estaba en medio del jardín, (Génesis 2:9), todavía se encuentra intacto en la Nueva Jesusalén. (Apocalipsis 2:7; 22:2). Segundo, hace sentido que si Dios puede traer consigo a la Nueva Jerusalén cuando termine este mundo, también pudo subir al Edén al comienzo del tiempo. De cualquier modo, los edificadores de Babel decidieron, sin consultar a Dios, designar esta torre como nuevo lugar de adoración y sacrificio.
Adoración del Sol
Recuerden que antes del diluvio nunca llovió y el cielo tenía una apariencia visual distinta. Una capa de humedad rodeaba al planeta, la cual polarizaba los rayos del sol y proveía una temperatura templada uniforme alrededor del mundo. Es por esto que hoy encontramos miles de fósiles de helechos en las heladas regiones polares. Génesis 1:7 apunta, “Y Dios hizo el espacio que separó el agua que quedó encima del espacio, de la que quedó debajo de él. Y así sucedió.”
La Biblia dice que cuando llegó el diluvio, “ fueron abiertas las compuertas del cielo” (Génesis 7:11).
El primer arco iris fue una de muchas evidencias de que el diluvio había cambiado drásticamente la tierra. Por primera vez en la historia, el hombre pudo mirar directamente la magnificencia del sol resplandeciente y sentir su calor. La gente reconoció que el sol había ayudado a secar la tierra después del diluvio y a que renaciera la vegetación. Así que, en vez de adorar al Dios que creó el sol, los constructores de Babel consideraron al propio sol como un objeto de adoración.
Alrededor del mundo, hoy podemos ver torres, pirámides y zigurats (torres escalonadas) dedicadas a la adoración del sol que pueden, sin duda, remontarse a Babel.
Constructores con Determinación
Hasta donde saben los eruditos, se cree que la construcción de la Torre de Babel concluyó unos 100 años después del diluvio o aproximadamente en el 2200 A.C. Esta fecha se basa en Génesis 10:25, que dice, “Heber tuvo dos hijos. El primero fue llamado Peleg (“división” en hebreo), porque en sus días fue repartida la tierra.” Esto significa que alrededor del tiempo del nacimiento de Peleg, la unión de Babel se dividió y se dispersaron las tribus que luego se convertirían en las naciones del mundo. (El número de años entre el diluvio y el nacimiento de Peleg está en Génesis 11:10-16).
Como el justo Noé vivió 350 años más después del diluvio y Sem otros 502 años, es seguro asumir que no todos los que vivián en ese entonces estaban de acuerdo con los planes de la edificación de la ciudad y la torre de Babel. Los seguidores de Dios creían en su promesa de que “no habrá más diluvio para destruir toda carne” (Génesis 9:15). Pero los constructores de Babel alegaron que no se podía confiar en Dios. Probablemente, los que se opusieron al proyecto fueron severamente ridiculizados, perseguidos y se les hizo aparecer como legítimos enemigos del bienestar común. Pero a pesar de sus objeciones, el plan fue aprobado y comenzó la construcción.
Las inundaciones causadas por el diluvio les suministraron un nuevo material de construcción. Había betún de alquitrán, o asfalto, en abundancia después de la destilación de inmensos terrenos llenos de musgo, bosques y otros materiales orgánicos cubiertos con sedimento durante el diluvio. Además, de repente había gran provisión de barro que podía ser horneado y convertido en bloques resistentes. Muchas manos acortan el trabajo, así que pronto la inmensa torre comenzó a subir hacia las alturas. Dios es muy paciente y resignado, pero hay límite para su tolerancia. Dice Génesis 11:5, “Entonces el Señor descendió para ver la ciudad y la torre que edificaban los hombres.” Esto no significa que Dios no tuviera conocimiento de la torre antes de descender. Más bien, esta expresión es la antigua forma hebrea de decir que Dios estaba listo para actuar. El Señor usa la misma frase justo antes de la destrucción de Sodoma (Génesis 18:21). Dios esperó hasta que el proyecto estuviese casi terminado, entonces bajó y actuó.
Según aumentaba la altura de la torre, fue necesario que los edificadores usaran un sistema de relevo para transmitir mensajes y órdenes de materiales arriba y abajo de las elevadas paredes. Pero un día, sin aviso, el progreso fue interrumpido abruptamente. Un albañil pidió un cargamento de ladrillos, pero recibió una cesta de paja. A medida que transcurrió el día, el fenómeno caótico empeoró hasta que los obreros no pudieron entenderse más entre sí.
Como lo expresa un escritor: “Los constructores no podían explicar la confusión de lenguas que causaba los extraños malentendidos entre ellos y airados y decepcionados se reprochaban unos a otros. Su unión terminó en lucha y derramamiento de sangre. Como evidencia del desagrado de Dios, rayos y centellas del cielo destruyeron la parte superior y la derribaron. Se hizo sentir a los hombres que hay un Dios que reina en los cielos.”( Patriarcas y Profetas )
Consternados y abatidos, los habitantes se juntaron en pequeños grupos que pudieran entender lo que hablaban. Gradualmente, estos grupos emigraron del fallido proyecto y se dispersaron por el mundo. Los barboteos de Babel formaron los lenguas maternas de la tierra, de donde todos los demás idiomas y dialectos (actualmente más de 3,000) se han desarrollado.
La palabra hebrea para Babel y Babilonia es “bâbel” que significa confusión. De esta palabra se deriva el término moderno“barboteo o balbuceo”. En Apocalipsis, Babilonia es símbolo de confusión espiritual. Algunos pueden pensar, “¿No enseña la Biblia que Dios no es el autor de la confusión?” Es cierto que el Espíritu de Dios no traerá nunca confusión (1 Corintios 14:33), pero hay muchos ejemplos en las escrituras donde Dios ha confundido a aquellos que luchan contra Él (2 Reyes 6:18; 7:6; 1 Corintios 1:27).
La Historia de la Antigua Torre
De acuerdo a la historia antigua, en los próximos 1,400 años hubo varios intentos de reparar las ruinas de la torre. El último esfuerzo de envergadura fue el de Nabucodonosor II, quien alegó que su dios Marduk le había ordenado que la reconstruyera de modo que “la cúspide pudiera rivalizar con el cielo”. A esta torre-templo, que se encontraba en el recinto sagrado del templo de Marduk, la llamó Etemenanki, que significaba “piedra fundamental del cielo y la tierra.” El historiador Herodoto, escribió en el 440 A.C.: “La torre de Babel tenía 660 pies de alto y ancho. De acuerdo al historiador griego, Strabo, tenía la misma altura, lo que la hacía 200 pies más alta que la gran pirámide de Khufu.
La fortificación tenía una forma piramidal que consistía de ocho torres cuadradas, plataformas escalonadas que gradualmente disminuían en anchura. Las escaleras que rodeaban la torre eran suficientemente anchas para que caballos y carruajes pudieran rebasarse y aún dar la vuelta. En la cumbre había un altar donde se ofrecían sacrificios al dios sol.
Más tarde el rey persa Jerjes, destruyó este infame monumento por una rebelión a su gobierno. Cuando Alejandro Magno conquistó a los persas, también planificó reedificarla. De hecho, la mayor parte de los escombros habían sido removidos antes de la reconstrucción cuando la muerte lo sorprendió repentinamente.
Algunos han pensado erróneamente que las referencias del Nuevo Testamento a Babilonia prueban que la antigua ciudad será reconstruida algún día. En realidad, las profecías de Apocalipsis sobre Babilonia no se refieren literalmente al reino al lado del río Eufrates, sino a la Babilonia espiritual moderna. El Señor predijo claramente que la antigua Babilonia sería destruida por completo y nunca más sería reconstruida. “Y Babilonia, perla de los reinos, ornamento de la grandeza de los caldeos, será como cuando Dios destruyó a Sodoma y Gomorra. Nunca más será habitada, ni se morará en ella de generación en generación. Ni hincará allí tienda el árabe, ni pastores llevarán allí sus rebaños” (Isaías 13:19,20).
Es cierto que bajo la dirección del dictador iraquí Sadam Hussein, los arqueólogos restauraron algunas de las ruinas para beneficio de los turistas, pero esto no contradice en forma alguna la profecía de Isaías. De hecho, Sadam tenía grandes planes de reconstruir porciones de la ciudad para ser habitada en desafío a la profecía hebrea. Pero sus planes tuvieron que ser abandonados debido a la Guerra del Golfo y las subsiguientes sanciones económicas, ratificando así la Palabra de Dios.
Monumento a las Religiones Falsas
Hay al menos seis maneras en que la torre de Babel se constituye en un modelo para todas las subsiguientes religiones creadas por el hombre:
1 . Era un monumento a la salvación por las obras. Los constructores de la torre no eran ateos. ¡Sus bisabuelos sobrevivieron el diluvio sólo 100 años antes! Así que su plan básico era erigir una torre que llegara al cielo y trabajaban con el pretexto de querer estar más cerca de Dios. El diablo ideó que esta torre debería ser un sustituto sutil de Jesús, quien es la escalera del cielo a la tierra (Juan 1:51). Cada religión falsa contiene en su raíz el error de Babel -que el hombre puede salvarse él mismo trabajando desde la tierra hacia arriba.Pero en realidad, la salvación es resultado de la iniciativa de Dios. Juan 3:16 dice, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito.” Y en Efesios 2:8,9, la Biblia declara: “Porque por gracia habéis sido salvos por la fe. Y esto no proviene de vosotros, sino que es el don de Dios: No por obras, para que nadie se gloríe.”
2 . Era un monumento al orgullo humano. El objetivo principal de un verdadero cristiano debe ser glorificar el nombre de Dios. Jesús dijo a los discípulos, “Vosotros pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (Mateo 6:9). Por contraste, el propósito manifiesto de los hombres para erigir la torre era “hagámonos nombre a nosotros mismos” (Génesis 11:4). Interesantemente, la palabra “denominación” significa unir bajo un nombre y sabemos que muchas denominaciones de iglesias nacieron para que los líderes pudieran “hacerse de un nombre” para ellos. La Biblia nos dice, “La soberbia precede a la ruina y la altivez de espíritu, a la caída” (Proverbios 16:18). En orgullo y amor propio fue que el diablo y los constructores de Babel cayeron.
3 . Era un monumento a la desobediencia de la humanidad y un desafío a la voluntad de Dios. Inmediatamente después del diluvio, “Dios bendijo a Noé y a sus hijos. Les dijo:Fructificad, multiplicaos y llenad la tierra” (Génesis 9:1). Se les ordenó claramente que se dispersaran por el mundo y repoblaran la tierra, de modo que la confederación de Babel fue fundada en rebelión al mandato específico de Dios. La gente creía que la fuerza dependía de cuántos fueran y resistieron el plan de Dios porque dividirse hubiera debilitado su poder. Dios colocó a la primera familia en un huerto, pero los constructores de Babel, como Caín (Génesis 4:17), decidieron construir una ciudad. Como muchos en la actualidad, ellos no creyeron que Dios es muy particular respecto a la obediencia.
4 . Era un monumento a los logros humanos. La sabiduría, tecnología y técnicas empleadas en la construcción de esta colosal edificación eran lo más avanzado en aquel entonces. Se esperaba que al terminarse, la majestuosa torre deslumbrara a todo el que la contemplara y trajera gloria y atención a los diseñadores e ingenieros. En otras palabras, intentaban desviar la atención de la gente de la creación de Dios y dirigirla hacia las obras del hombre. Aún hoy, muchos están dispuestos a pasar por alto las enseñanzas falsas y las crasas inconsistencias de una religión porque se sienten atraídos por la magnificencia de sus templos, iglesias y catedrales.
5 . Era un monumento a la incredulidad en Dios y su palabra. Dios había dado un pacto claro y lo había sellado con un arco iris, diciendo: “Y no habrá más diluvio para destruir toda carne” (Génesis 9:15). Pero los arquitectos de Babel dudaban de la palabra de Dios. Uno de los propósitos para la construcción era que fuese más alta que el nivel del agua del diluvio para proveerles un refugio en caso de que Dios no cumpliese su promesa. En vez de confiar en que Dios los protegería, les proveería y preservaría, ellos pusieron su confianza en una torre, en Nimrod y en las murallas de la ciudad.
6 . Era un monumento al cielo en la tierra. Una y otra vez, el hombre ha tratado de crear un reino en la tierra que elimine a Dios y la necesidad de alejarse del pecado. Para la época de Nabucodonosor, la ciudad de Babilonia había crecido hasta convertirse en una descarada falsificación e imitación terrenal de la Nueva Jerusalén de Dios. Tenía grandes murallas, diseño cuadrado, jardines colgantes en el centro para imitar la gloria del Edén, una deslumbrante abundancia de oro y un inmenso río que fluía a través de su centro. Babel (y luego Babilonia) fue el débil intento de la humanidad de duplicar el cielo y gozar en la tierra de la Nueva Jerusalén sin abandonar sus pecados.
En contraste, los hijos de Dios “esperaban la ciudad con fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Hebreos 11:10).
La Última Torre de Babel
En Babel, Dios confundió el lenguaje del hombre de modo que sus habitantes no pudiesen unirse en rebelión contra Él. En estos últimos días, el diablo utiliza todos los medios posibles para unir nuevamente a los humanos en esta rebelión. Las redes de informática, viajes a gran velocidad y las comunicaciones instantáneas están ayudando a colocar los cimientos de esta torre final para la glorificación profana del hombre.
La Biblia predice que en el final veremos más y más desastres naturales, desintegración moral y desasosiego económico y político. Así como los hombres trataron de salvarse ellos mismos del juicio de Dios en la torre de Babel, se unirán nuevamente al fin en un intento de escapar de los juicios finales de Dios.
Apocalipsis habla de esta nueva Babilonia como una triple unión que se consolidará para formar el último baluarte de la religión hecha por el hombre. El apóstol Juan escribe: “Y vi salir de la boca del dragón, de la boca de la bestia y de la boca del falso profeta, tres espíritus impuros como ranas; que son espíritus de demonios, que hacen señales y van a los reyes de todo el mundo, para reunirlos para la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso” (Apocalipsis 16:13,14).
Estos poderes representan a las grandes iglesias mundiales, juntándose para reunir a las naciones para una causa común. Las iglesias católica, protestante, carismática y otras se unirán en asuntos claves, pero no basados en aquellas verdades que se encuentran en las Escrituras.
Para aquellos que piensan que esto nunca podría ocurrir, recuerden los siguientes hechos:
- Jesús dijo a sus discípulos (incluyéndonos a usted y a mí), “y aún viene la hora, cuando el que os mate, pensará que rinde servicio a Dios” (Juan 16:2).
- Mientras Cristo estuvo en la tierra, sus discípulos y seguidores eran todos fieles miembros de la iglesia, ¡pero también lo fueron los líderes judíos que lo mataron! Y aún más, uno de sus compañeros más allegados fue quien lo entregó en sus manos al traicionarlo.
- ¡Las iglesias del mundo ya se están uniendo! Cada día escuchamos otro grupo reclamando que las doctrinas ya no son importantes mientras coincidamos en algunos asuntos básicos. Observe como las principales iglesias protestantes se han tomado de la mano del catolicismo para “luchar por el bien común” en cuestiones como el aborto y el crimen. Sí, estos problemas necesitan ser tratados, pero no a costa de las enseñanzas bíblicas.
Al principio esta triple alianza usará argumentos piadosos y convincentes para exhortar a todos a unirse a su movimiento y trabajar en conjunto. Luego, se establecerán sanciones económicas en contra de los que no cumplan. “Y que ninguno pueda comprar ni vender, sino el que tenga la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre” (Apocalipsis 13:17). Todos tendrán que decidir si obedecen los mandamientos de Dios o las leyes del hombre. La mayoría será persuadida a negociar, pero ni aún las más severas medidas podrán sacudir los sólidos cimientos de los fieles. Eventualmente, esta potencia religiosa-política fijará una fecha para la sentencia de muerte, “y dará muerte a todo el que no adore a la imagen de la bestia” (Apocalipsis 13:15).
Pero como en los días de Ester, cuando se concertó un decreto para exterminar al pueblo fiel de Dios, nuevamente Él confundirá sus planes a último momento y volteará las mesas sobre los malvados. Justo antes de que Jesús venga, los que se han rebelado contra el Señor se volverán uno contra el otro como lo hicieron en Babel y su unión se disolverá en disputa. Apocalipsis 16:19 declara, “Y la gran ciudad se partió en tres partes y las ciudades de las naciones cayeron. Y Dios se acordó de la gran Babilonia.”
Fuera de Babilonia
Ante el colapso y ruina inminente de la Babilonia espiritual, no debería sorprendernos que Dios haga un llamamiento tan apasionado a aquellos que están en peligro de ser destruidos con ella. Apocalipsis 18:2-4 proclama: “Y clamó con potente voz: ¡Ha caído, ha caído la gran Babilonia! ...Y oí otra voz del cielo que decía: ¡Salid de ella, pueblo mío, para que no participéis de sus pecados y no recibáis sus plagas!”
Un gran número de verdaderos seguidores de Dios todavía están en la comunión de las iglesias que han sido doctrinalmente engañadas por Babel. Jesús dijo, “También tengo otras ovejas que no son de este redil. A ésas también tengo que traer. Ellas también oirán mi voz. Y habrá un rebaño y un pastor” (Juan 10:16).
Un paralelo fascinante a este proceso de llamado ocurrió también en los días del Antiguo Testamento. Primero, Abrahán trajo a su esposa Sara de Mesopotamia (la región de Babilonia) hasta la Tierra Prometida. Luego, para buscarle esposa a Isaac, el siervo de Abrahán cruzó el Eufrates para sacar a Rebeca de Babilonia. ¡Y mucho después, Dios llamó a su pueblo fuera de Babilonia a la tierra de Israel después de 70 años de cautiverio (Jeremías 29:10)!
Hoy aún más, Dios anhela sacar a su pueblo fuera de las confundidas religiones apóstatas de la Babilonia espiritual y traerlo a la verdad de Canaán. La Biblia señala claramente que en los días postreros habrá solamente dos grupos de personas. Los que permanezcan en la Babilonia espiritual seguirán a la bestia, recibirán su marca y finalmente serán destruidos. Los otros son los fieles, que obedecen los mandamientos de Dios, reciben el sello de Dios y siguen al Cordero a la gloria. Apocalipsis 14:12 identifica las características claves de este segundo grupo: “¡Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los Mandamientos de Dios y la fe de Jesús!”
Vivir en Babilonia puede ser cómodo y conveniente, pero sólo aquellos que están dispuestos a enfrentar la oposición, negarse a sí mismos y seguir a Jesús a la Tierra Prometida serán salvados de las plagas finales que descenderán sobre Babilonia. Las recompensas del cielo excederán infinitamente cualquier sacrificio. Yo le invito a seguirlo ahora.
Quizás se pregunte dónde usted se encuentra. Rehusar ser parte de una iglesia es tan peligroso como estar en Babilonia. Si está cuestionando la base doctrinal de su iglesia y escucha al Maestro decir, “Salgan de ella, pueblo mío” , pero no sabe a dónde ir, escriba hoy a Amazing Facts . Solicite una copia gratis de nuestro folleto Search for the True Church (En Busca de la Iglesia Verdadera), que explica cómo utilizar la Biblia para identificar al verdadero pueblo de Dios.